Dietario: Simon Reynolds

Blissed Out

 

Releyendo Blissed Out. The Raptures Of Rock (Serpent’s Tail, 1990), el primer libro de Simon Reynolds, y con apenas el primer capítulo —escrito en 1988 y dedicado a Morrissey y el significado de The Smiths en el pop contemporáneo— terminado, llama la atención el modo en que en estas páginas se traza el boceto de las ideas centrales de la carrera de Reynolds como crítico cultural.

La premisa fundamental del libro, en torno al arrebato como forma fundamental de vivir el pop, señala la dirección en la que se moverá su pensamiento en Energy Flash (1998), respondiendo a la necesidad, vivida también por otros críticos como Kodwo Eshun, de que la escritura sobre música pop se acerque más a la experiencia de vivirla, a su incorporación, que a la reflexión.

De modo anecdótico, el término post-rock aparece ya en estas páginas, aplicado aquí a la actitud de acomodo de los nuevos grupos de pop surgidos durante los ochenta, pero señalando ya la evidencia de una transición en curso en la historia de la música pop a finales de esa década. Parece aclararse así que el término tendría su origen —y el sentido final del objeto que trata de atrapar— en el desarrollo de la cultura pop y no en la cultura experimental manufacturada que ha acabado apropiándoselo.

Por último, su lectura de Morrissey como la primera estrella en la que se hace evidente que el momento más brillante de la cultura pop está en el pasado, parece marcar el comienzo de la reflexión que le llevará a escribir Retromania (2010), uno de los pocos libros sobre música pop que es capaz de trascender su origen y salvar todas las trampas de la escritura musical para alcanzar un aspecto profundo de la cultura contemporánea. (El argumento sobre Morrissey nos empuja a pensar, además, que mucho más importante que la música de The Smiths ha sido la cultura que se generó alrededor de ellos: el pasado pop como textura a reutilizar en portadas, letras, etc., mediado siempre por una distancia entre melancólica e irónica, la creación de una estrella de pop a través de la negación de todos los tropos que hacen a una estrella de pop —¿qué músico de la generación de Morrissey, aparte de U2, mantiene hoy la relevancia mediática que él conserva?—, entre otras cosas.)

Reynolds aparece ya en este libro, reunión de textos tomados de la prensa —Melody Maker en particular, del cual se sugiere casi que es el autor colectivo de la obra— como un historiador-curator de la música pop. Alguien que ofrece una versión ideal, crítica y evolutiva de esta, escasamente interesada en lo que simplemente sucede en ella y obsesionada por lo que en el pop significa. En este sentido, su voluntad de establecer una o varias líneas de significado como centro de su relato lo separa de escritores más “populistas” como Robert Christgau o Grail Marcus, ambos, por otra parte, parte de otra generación. En algún momento alguien tendrá que sentarse frente a sus libros e, idealmente, también frente a él, para repensar lo que significa esta práctica en la historia de la escritura sobre música pop, así como lo que significa su lectura personal para la historización, para la ordenación cognitiva del pasado pop.

Un último aspecto, perturbador en este caso, surge al tratar de situar el libro en la trayectoria editorial de Reynolds. Como si fuera víctima de la misma patología que ha diagnosticado a la cultura pop, la progresiva vuelta hacia el pasado domina en su escritura. De los libros dedicados a recopilar lo que sabía sobre el presente, pasó a historiar el pasado inmediato de la cultural rave en el contexto del desarrollo de la música electrónica, antes de volver la mirada hacia los primeros ochenta con el post punk y a la segunda mitad de los setenta con el glam. Sea esto por una progresiva propensión académica, historicista, por su inmersión en un mercado editorial o por una sincera sublimación nostálgica, merece la pena apuntarlo y no dejar de pensarlo.

 

 

 

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